Me encanta la bollería y, ahora ya no tanto, pero hubo una época en la que en casa se consumía bastante.
Si, ya se que no se debe y mi consejo es que se evite su consumo, eso si, siempre que nos estemos refiriendo a la industrial, pero, ¿cómo resistirnos a la que se prepara en casa?
Siempre he tenido algo de respeto a preparar este tipo de recetas porque pensaba (erróneamente), que por mucho que lo intentara nunca iba a quedar igual.
Me equivoqué, bueno, en realidad no, porque igual no queda, es mejor, muuuuucho mejor.
Y además la receta de hoy es tan fácil, tan fácil que la hice dos días seguidos, la única pega es el tiempo de reposo, pero vale la pena la espera ¿no te parece?
Estos son los ingredientes que necesitaremos:
75 grs. de gotas de chocolate
250 grs. de harina simple de trigo
40 grs. de azúcar
1 sobre de levadura de panadería
una pizca de sal
30 ml. de aceite (yo uso normalmente de girasol, pero también vale de oliva suave)
1 yema de huevo
1 cucharadita de esencia de vainilla
110 ml. de leche tibia
Un huevo extra para pincelar.
Ponemos las pepitas (o gotas) de chocolate en el congelador.
En un bol ponemos los ingredientes secos (harina, azúcar, sal y levadura) y los mezclamos con una cuchara de madera. Hacemos un hueco en el centro y echamos el aceite, la yema de huevo y la vainilla y los mezclamos todo.
Añadimos poco a poco la leche y mezclamos bien hasta que tengamos una masa lisa y uniforme. Podemos utilizar un robot de cocina o amasar sobre la encimera de la cocina (yo no tengo este tipo de robot, así que me tocó hacerlo a mano, pero no es nada pesado y queda bien en muy poco tiempo).
Pasamos la masa a un bol untado con aceite y la tapamos con film transparente. La dejaremos así, en reposo hasta que doble el volumen. Yo esperé sólo 1 hora y media.
Pasado ese tiempo sacaremos las gotas del chocolate del congelador y la añadiremos a la masa con cuidado.
Cubrimos una bandeja con papel de horno o con una lámina de silicona y hacemos bolitas de masa y las distribuimos separadas. Salen entre 8 a 10 bolitas.
Las dejaremos en reposo durante otra hora y media hasta que vuelvan a doblar el tamaño y las pintamos luego con huevo batido.
Precalentamos el horno y horneamos nuestros bollitos a 180º durante 20 minutos.
Los dejamos enfriar sobre una rejilla y ¡listos para comer!
A mi se me tostaron un poco la primera vez pero en la segunda hornada controlé mejor la temperatura del horno y quedaron perfectos.
Si los pruebas cuando están aún tibios no tienes escapatoria, no podrás comer sólo uno.
¡Haz la prueba!
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